En el Borda
Masacre en un piso del instituto
Asesinato a personal del hospital mental y a otros cinco pacientes.
Todo comenzó en el Borda, instituto para la gente con enfermedades mentales, ubicado en el barrio de Constitución. Matías, un joven paciente de 23 años, asesinó a todo un piso del personal y a cinco pacientes, dos de ellos depresivos y los otros tres, esquizofrénicos.
Ocurrió una mañana, cuando le llevaban sus medicamentos dos enfermeros y él comenzó a gritar y a maldecir y salió rápidamente de la sala. Entró violentamente a la cocina, agarró un cuchillo y apuñaló a un cocinero, dejándolo herido y escapó. En el camino de regreso, se encontró con tres doctores y los apuñaló sin piedad, sin detenerse a pensar sobre lo que estaba haciendo. Siguió corriendo y degolló y descuartizo a seis enfermeros. Luego, se detuvo en un rincón, todo sudado y cansado, pero al instante recobró su instinto asesino y volvió al ataque. Después de merodear por los pasillos, entró en una sala donde se practicaba terapia grupal, encontrándose los cinco pacientes. Sin vacilar, Matías sujetó el cuchillo con fuerza y arremetió contra ellos. Después de escuchar tantos gritos, llegaron los guardias y los doctores, que estaban preparados con varias dosis de calmantes. Mientras que los primeros lo sujetaban, los segundos se lo inyectaban y le ponían el chaleco de fuerza.
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Masacre en un piso del instituto
Asesinato a personal del hospital mental y a otros cinco pacientes.
Todo comenzó en el Borda, instituto para la gente con enfermedades mentales, ubicado en el barrio de Constitución. Matías, un joven paciente de 23 años, asesinó a todo un piso del personal y a cinco pacientes, dos de ellos depresivos y los otros tres, esquizofrénicos.
Ocurrió una mañana, cuando le llevaban sus medicamentos dos enfermeros y él comenzó a gritar y a maldecir y salió rápidamente de la sala. Entró violentamente a la cocina, agarró un cuchillo y apuñaló a un cocinero, dejándolo herido y escapó. En el camino de regreso, se encontró con tres doctores y los apuñaló sin piedad, sin detenerse a pensar sobre lo que estaba haciendo. Siguió corriendo y degolló y descuartizo a seis enfermeros. Luego, se detuvo en un rincón, todo sudado y cansado, pero al instante recobró su instinto asesino y volvió al ataque. Después de merodear por los pasillos, entró en una sala donde se practicaba terapia grupal, encontrándose los cinco pacientes. Sin vacilar, Matías sujetó el cuchillo con fuerza y arremetió contra ellos. Después de escuchar tantos gritos, llegaron los guardias y los doctores, que estaban preparados con varias dosis de calmantes. Mientras que los primeros lo sujetaban, los segundos se lo inyectaban y le ponían el chaleco de fuerza.
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Vista del Hospital: Cuna de la tragedia
Todas las familias de las victimas reclaman más seguridad, pero las autoridades de la clínica aún no se deciden y temen que el paciente cometa el mismo crimen otra vez. El joven esta encerrado, con todos los recaudos de seguridad, siendo vigilado todos los días por tres guardias, con ayuda de doctores para aplicar cada cinco horas su inyección.
Desde su habitación se puede escuchar gritos ensordecedores, maldiciendo al mundo que “conspira” contra él y que nunca le dio oportunidad para tener una vida mejor.
Desde su habitación se puede escuchar gritos ensordecedores, maldiciendo al mundo que “conspira” contra él y que nunca le dio oportunidad para tener una vida mejor.